A Waldo Leyva Porque era jueves, Waldo, en El Vedado cuando mis pasos dieron con la letra, el número, la dirección correcta para posar mi adarga y mi venablo. Porque La Habana fue para mi canto, la latitud, un fruto que revienta como la tenue luz. Fue la leyenda de una ciudad sonora y un hallazgo. M...