2009
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https://hdl.handle.net/20.500.13089/2i83
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Philippe Régnier, « Le point de vue sur le Mexique de l’intellectuel saint-simonien Michel Chevalier, professeur d’économie politique et collaborateur de la Revue des Deux Mondes (1806-1879) », Éditions de la Maison des sciences de l’homme
Michel Chevalier gozó en su tiempo de una gran notoriedad y de una autoridad científica y moral de primer rango. En 1830, con 24 años de edad, se involucra en el movimiento sansimoniano y ocupa la dirección del periódico Le Globe. Según el principio sansimoniano que trata del desarrollo de la unidad y de la comunicación ente los hombres, Chevalier imagina un “sistema del Mediterráneo” que reconciliará el occidente cristiano con el oriente musulmán, asociándolos económicamente a través de una vasta red que integraría vías ferroviarias, marítimas y bancarias. La lógica del sansimonismo conduce a Michel Chevalier en América en 1835. Visitará Estados Unidos durante un año y después México, dónde vivirá cuatro meses. Así pues, es en México donde, por primera vez, tras haber atravesado el Atlántico, Chevalier expresa el sentimiento de estar en presencia de un “nuevo mundo”. Esta fascinación por la alteridad mexicana es, sin embargo, continuamente negada en los libros y en los artículos que publicará después de su viaje, haciendo más bien hincapié en las consideraciones puramente racionales. A partir de 1846, en varios artículos publicados en la revista Revue des Deux Mondes, Chevalier señala la necesidad de erigir un paso entre el océano Atlántico y el océano Pacífico, concibiendo un canal oceánico en el istmo de Panamá o en el istmo de Tehuantepec, en México. Michel Chevalier hará de la apertura del istmo de Panamá, más que del desarrollo de México, la prioridad de prioridades de su siglo, mientras que otros sansimonianos como Enfantin y su amigo común Arlès-Dufour inician los estudios preparatorios para la apertura del canal de Suez. Por otro lado, Chevalier evoca en sus artículos de 1846 las “minas de plata y de oro del Nuevo Mundo”, insistiendo especialmente en las minas argentíferas mexicanas. El mismo año y de manera apresurada, aparece publicado un libro que lleva este título y que reitera la discusión presente en el artículo, añadiendo solamente algunos elementos nuevos. Chevalier hace también hincapié en el interés que representa una posible asociación económica entre Francia y México a través del desarrollo de culturas “comerciales”, en particular la del algodón. Sin lugar a dudas, el esquema de intercambios planteado se inscribe en el marco ilegal de comercio Norte-Sur de la gran época del imperialismo que se perfila en los años 1860: comercialización a bajos precios de materias primas del Sur destinadas a los países del Norte; exportación de productos terminados en sentido inverso, y origen de la explotación de los capitales occidentales de una clase obrera local naciente y de pretensiones salariales menos elevadas.Después de 1852, Michel Chevalier desempeña un papel particularmente importante ante Napoleón III en tanto consejero económico. Y sin embargo, es posible constatar que antes de la intervención llevada a cabo por el emperador, Chevalier jamás expresa hipótesis alguna sobre una posible influencia de Francia en México, como tampoco a fortiori sobre cualquier injerencia. En abril de 1862, en un artículo concerniente a este tema, declara de manera sorpresiva considerando su proximidad con el emperador (notoria en 1861 por su papel de negociador del tratado de libre cambio con Inglaterra), que en lo que toca al “objeto definitivo y supremo de la expedición [...] el campo queda abierto a suposiciones”. La mayoría de los historiadores concuerdan empero en incluir la opinión de Michel Chevalier en el complejo manojo de razones que pudieron haber determinado que Napoleón III decidiera, a pesar de tantos riesgos y con tal obstinación, la intervención militar en México