8 novembre 2021
https://www.openedition.org/12554 , info:eu-repo/semantics/openAccess
López Gómez Laura, « Entre el café y la sala de conciertos », Publicações do Cidehus, ID : 10.4000/books.cidehus.17402
En el catálogo del violinista navarro Pablo Sarasate encontramos un relevante conjunto de lo que, aplicando la expresión acuñada por Joshua Walden, se pueden clasificar como miniaturas rurales, piezas para violín y piano, con inspiración en la música popular. De entre ellas, en este artículo nos centraremos en profundizar en aquellas de inspiración vasca: el Capricho vasco Op. 24 (1880), la Danza española ¡¡Adiós montañas mías!! Op. 37 (1894) y el Zortziko de Iparraguirre Op. 39 (1893) y el Zortziko Miramar (1899). Las cuatro piezas son ejemplo de cómo un material prexistente o elementos del paisaje sonoro, independientemente de su origen social y del lugar que ocupan en una región, pueden ser adaptados para su disfrute y ejecución en las salas de conciertos. En un primer momento situaremos estas piezas en el contexto de la miniatura rural, concepto que nos ayudará a responder posteriormente a las siguientes preguntas, ¿qué significados tienen las canciones para el pueblo vasco? ¿era Sarasate o no conocedor de estos significados? y, ¿que aportación pudo tener la conversión de estas melodías a manos del famoso violinista navarro? miniatura rural, Sarasate, violín, paisaje sonoro, País Vasco