Dar nombre al presente: la edad de la ira

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Esta cuarentena parece un compás de espera. Vivimos este tiempo en vilo, pero sin tensión, sin un polo que nos atraiga y nos indique hacia dónde nos dirigimos. Sabemos, sin embargo, que las disrupciones de esta magnitud suelen ser aceleradores de partículas históricas. De modo que, aunque ahora nos balanceemos en una cuerda floja, intuimos que tarde o temprano nos inclinaremos hacia uno u otro lado a toda velocidad. Por eso hay que ser precavidos y aprender cuanto podamos de la materia de la...

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