Los fondos de la huelga se ponen a prueba en el caso de una huelga interprofesional

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El movimiento de invierno de 2019 contra la reforma de las pensiones fue sorprendente en varios sentidos. En primer lugar, se caracterizó por una extensión interprofesional limitada: aunque la huelga prorrogable fue poderosa en ciertos sectores –la RATP y la SNCF por supuesto, pero también los servicios de limpieza o la Ópera de París– no se extendió realmente más allá. Esta huelga, por otra parte, se distinguió por su excepcional duración: 45 días de huelga prorrogable la convierten en uno de los conflictos sociales más largos de la historia de Francia. La práctica de los fondos de huelga también adquirió una escala sin precedentes: con 380 fondos comunes en línea, casi 80.000 donantes y más de 5 millones de euros recaudados, la solidaridad financiera con los huelguistas se convirtió en una dimensión clave. Pero, ¿animaron estos fondos de huelga a otros sectores profesionales a tomar medidas o, por el contrario, ofrecieron a los empleados una alternativa a la huelga cuando ésta parecía imposible o inútil en su lugar de trabajo? En otras palabras, ¿las huelgas interprofesionales y los fondos de las huelgas se alimentan mutuamente, o están conectados en la forma de vasos comunicantes, uno de los cuales se vacía cuando el otro se llena?