Un camino sembrado de trampas: La teología del episcopado y la obligación de residencia en el concilio de Trento

Résumé Es

Los debates sobre el sacramento del orden, que tuvieron lugar durante el tercer y último período del Concilio de Trento, en 1562-1563, fueron sin duda los más amargos de la historia de esta asamblea. Mucho más que el presbiterado, fue el episcopado el que estuvo en el centro de estos debates: se expresaron posiciones irreconciliables sobre su definición teológica y canónica. El episcopado fue también el tema principal de los decretos de reforma, con una cuestión que atravesó casi todo el concilio, a pesar de su fragmentada historia: la obligación de residencia, que también fue objeto de discusiones tan apasionadas que contribuyó a bloquear el concilio durante varios meses.Aunque bien conocido por los historiadores especializados, el curso ricamente accidentado del Concilio de Trento no forma parte realmente de la cultura común de los teólogos. Por ello, esta contribución insiste ante todo en la fragilidad y precariedad de este concilio, estrechamente dependiente de la historia política y militar de Europa a mediados del siglo XVI. Las dificultades para redactar los decretos y su carácter finalmente parcial son tanto más evidentes. Vemos, pues, que el problema de la residencia de los pastores -sobre todo de los obispos- se plantea muy pronto en la historia del Concilio, y que es ante todo por vía disciplinaria como se tematiza el ministerio sacerdotal (episcopal sobre todo, presbiteral en menor medida). Durante el tercer y último período de la historia del Concilio, sin embargo, el problema de la residencia se teologizó, por así decirlo, y estuvo íntimamente ligado a la dificilísima elaboración del decreto sobre el sacramento del orden, donde los debates se centraron en el episcopado, en particular en sus relaciones con el soberano pontífice. La resolución del punto muerto, cuyo mérito corresponde en gran parte al cardenal delegado Giovanni Morone, soslayó los problemas más graves, pero no dejó de proponer algunas fórmulas enérgicas cuyo vigor, sin recoger literalmente los términos o expresiones sostenidas por los más decididos partidarios de una reforma "episcopalista", permitió sin embargo obtener su acuerdo.