La Noche, nuevo objeto de salvaguarda

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6 décembre 2016

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Samuel Challéat, « La Noche, nuevo objeto de salvaguarda », HAL-SHS : géographie, ID : 10.4000/books.cemca.4201


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Résumé Es

Reserva Internacional de Cielo Estrellado: este nombre, un recién llegado en la larga lista de los medios de reserva y protección de los “objetos naturales”, suena como un enésimo medio de defensa de un objeto sectorial específico (el “cielo estrellado” de una categoría de actores: los astrónomos), en resumen, un enésimo medio –institucionalizado, sin duda alguna, y hecho al gusto medioambiental del día– de defensa de un patrimonio. Ha sido lanzado el término Reserva, que nos remite al perímetro, a la delimitación, a la frontera y, por ende, a la protección, e incluso a la sacralización. Entonces, para proteger el cielo estrellado, ¿“salvemos la noche”?; pero, ¿de qué y, por lo tanto, de quién es el ¡no! a este llamado? ¿Frente a qué enemigo que invade a la comunidad internacional debe ésta levantar incluso fronteras de reservas? La respuesta podría sorprender, incluso consternar, y no dejar a nadie indiferente mientras ese invasor ocupe legítimamente el lugar, en la conciencia colectiva, de objeto de progreso. Porque es claro que se trata de un “enemigo íntimo”, puesto que es utilizado por todos en los países industrializados; ¡e incluso más!: se trata de un objeto del que cada uno de nosotros –y, a fortiori, nuestras sociedades– se ha vuelto dependiente: la luz artificial (Challéat, 2010). Por consiguiente, ha sido necesario un cambio radical de la percepción misma de la luz artificial, haciéndola pasar de su condición cuasi exclusiva de objeto de progreso a la de un objeto que también puede ser perjudicial. Por supuesto, ese deslizamiento –todavía actuante en el presente– no se produjo en un día y, como ocurre con mucha frecuencia en materia de urgencia en la conciencia colectiva de un nuevo objeto de riesgos o daños al medio ambiente, el proceso ha generado previamente movimientos de personas directamente afectadas –en sus actividades y debido a su lugar de residencia– por ese objeto. De la molestia experimentada al perjuicio y, después, del perjuicio a la contaminación reconocida científicamente, la gradación en la expresión del daño y, luego, en su aceptación científica y política (la cual lleva incluso al establecimiento de reservas, medios de protección, etcétera) es grande y, sobre todo, no cae por su propio peso. De este modo se constituye todo objeto perjudicial, así como la urgencia de ubicarlo en un contexto particular: histórico, social, económico, político, etcétera.

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