Denunciar la violencia sexual contra los menores. Salir de las sombras, pero ¿hacia qué luz?

Résumé 0

Las primeras comunidades humanas ya consideraban la violencia sexual como un ataque a la integridad, que requería un marco legislativo. No era tanto el apoderamiento ilegal de un cuerpo ajeno lo que justificaba el castigo, sino la materialización de una afrenta al orden político. Posteriormente, las víctimas eran estigmatizadas o condenadas al ostracismo, pero siempre obligadas a guardar silencio para no alterar el orden, ya sea público o intrafamiliar. Los inicios de un protocolo de acompañamiento a las víctimas de abusos sexuales, a cargo de una sociedad esta vez más protectora, solo surgieron después de la Segunda Guerra Mundial. Esta ambición requiere la articulación constante de los conocimientos académicos, los conocimientos empíricos de los profesionales y la evolución legislativa, para crear sistemas que respondan a las necesidades de las víctimas.